Bareto celebra el Día Internacional de la Tapa reivindicando algo muy nuestro, bocao a bocao.
En Bareto no se celebra la tapa, se le rinde culto. Bareto reivindica la esencia del bar de toda la vida con una carta donde mandan las tapas a golpe de bravas con alioli, torreznos de Soria, pinchos morunos, bocata de calamares, oreja o chipis.
Bareto nació para recuperar el bar de siempre y convertirse en punto de encuentro de madrileños y turistas a cualquier hora del día; cañas, vermús y vinos se combinan con tapas imprescindibles como las bravas, los flamenquines, la oreja y los torreznos o el montado de calamares. Porque en Bareto, cada tapa es una declaración de amor a ese bar que huele a cerveza recién tirada y al vermú del aperitivo. El que suena a comandas gritadas y las recomendaciones se escriben en el espejo. Ese bar al que no se va, sino al que se vuelve. Y se queda.
En los nueve Baretos que ya salpican Madrid, se cocina sin postureo y se sirve sin rodeos. La cocina es sencilla, pero directa al paladar, como debe ser. Para esta jornada de celebración gastronómica, Bareto no inventa nada nuevo, simplemente saca pecho de lo que ya es santo y seña de la casa.
UNA BARRA QUE LATE A TODAS HORAS
Cada uno de los espacios recupera la esencia de las cervecerías de siempre. Abiertos todo el día todos los días del año, desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la madrugada. Cualquier hora es buena para disfrutar de esas tapas imprescindibles de siempre, empezando por unas bravas clásicas con un toque de alioli que te hacen mojar pan sin pedir perdón, unas patatas al cabrales que no se esconden o un flamenquín con cecina y queso que se gana el sitio a pulso. El crujiente de oreja con salsa brava, el pincho moruno, las alitas bien fritas y la ensaladilla —clásica, bien hecha, sin trampas— completan, junto con la tortilla de patata el arsenal de tapas con historia. Pero eso es solo el principio. Los clásicos conviven con una carta que amplía el repertorio sin salirse del guion: chacinas con fundamento, quesos que cuentan de dónde vienen, y laterío fino del que convierte una tapa en homenaje. Hay huevos rotos, chipis a la plancha, gambones jugosos, pulpo que respeta el punto y un bienmesabe que, literalmente, lo dice todo.
En definitiva, Bareto es un formato democrático y versátil, que se adapta a los gustos de todo tipo de público para disfrutar de las buenas tapas y la cerveza bien tirada. Y como manifiestan sus artífices: «Nosotros no lo hemos inventado, ya existía. De hecho, probablemente te suene de algo, o quizá de nada. ¿Pero, qué más da? Anda, haznos un favor, pídete algo y disfruta».