El color es un factor muy importante a la hora de preparar una casa para venderla. La primera impresión puede hacer que el posible comprador se enamore nada más verla, o todo lo contrario. Y es que los colores tienen una enorme influencia en nuestro subconsciente, son capaces de generar todo tipo de emociones, tanto positivas como negativas.
Por lo tanto, el primer consejo que ofrecen los expertos de Habittisimo es evitar gustos personales o modas. Tal vez a nosotros el azul intenso nos parezca maravilloso para la pared del cabecero del dormitorio, pero no tiene por qué gustar por igual a todo el mundo.
Cuando se trata de seducir al mayor número posible de compradores, la psicología del color lo que nos dice es que hay que optar siempre por tonos neutros. ¿Por qué? Porque son los que generan menos rechazo y porque cualquier persona puede imaginarse un hogar a su gusto con algo tan sencillo como unos toques de color en mobiliario o textiles.
El blanco, aunque a primera vista pueda parecernos soso, tiene un enorme influjo en la decisión de compra. En primer lugar, porque es un color que transmite limpieza e higiene.
En segundo lugar, es un color que refleja la luz, y la luminosidad es otro de los factores psicológicos que pueden inclinar la balanza hacia la compra.
En tercer lugar, el blanco consigue “engañar a la vista”. Hace que las estancias parezcan más amplias, un aspecto que hay que cuidar mucho cuando hablamos de casa pequeñas.
Y, por último, es un color que permite dejar volar la imaginación para dar personalidad a las estancias. Es muy fácil idear todo tipo de estilos y decoración cuando las paredes son como un lienzo.
Si prefieres evitar el blanco, cualquier color dentro de la paleta de los neutros será una buena alternativa, siempre que elijas tonos claros. Los grises también aportan luminosidad, además de un estilo más sofisticado y combinan muy bien con otros colores. Son, por ello, una buena opción para el salón o los pasillos.
Los beiges, marfiles y marrones suaves, por su parte, dan un toque de elegancia y calidez. Son colores que invitan a la calma y el relax, por ello, son perfectos tanto para zonas de estar y reunión como, sobre todo, para los dormitorios.
Evidentemente, se puede mezclar el blanco con cualquiera de estos colores. No se perderá ese efecto de amplitud y luminosidad y la casa ofrecerá una imagen más sugerente a ojos de los posibles compradores.
Los colores neutros son los más recomendables. Sin embargo, puedes optar como alternativa por un blanco con suaves reflejos en azul, un color que se relaciona con la confianza y la tranquilidad; o en un verde muy claro, que invita a la paz y serenidad. Un pequeño matiz será suficiente para “romper” el blanco si consideras que es demasiado soso.
Lo que debes evitar a toda costa son colores demasiado oscuros porque son los que pueden tener un impacto psicológico más negativo. Solo hay que imaginar cómo nos vestimos según nuestro estado de ánimo y hacer la similitud. Y tampoco son recomendables colores demasiado vivos.
En definitiva, piensa que se trata de pintar la casa para gustar al mayor número posible de personas y que sus gustos pueden ser muy diferentes. Por ello, conviene olvidarse de estridencias y modas y optar por lo que siempre funciona: lo más básico.
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