La vida de la goleta ‘So Fong’ es una de las más azarosas.
Obra del diseñador naval Olin Stephens, la embarcación fue botada en la entonces lejana colonia británica de Hong Kong en 1937, aprovechando un cargamento de teca que apareció hundido en la bahía de Cogswell.
Sus 21 metros de eslora han dado la vuelta al mundo en varias ocasiones, la primera de ellas poco después de su botadura: el primer armador del ‘So Fong’ embarcó junto a sus hijos en un viaje entre Hong Kong y Nueva York de dos años de duración.
Sirvió como guardacostas durante la Segunda Guerra Mundial y regateó en Estados Unidos durante décadas, antes de recalar en el Mediterráneo, donde actualmente, bajo la propiedad de la empresaria española Monserrat Valle, vive una de sus épocas de mayor esplendor. Su base está en el Puerto de Palma.
La ‘So Fong’ (Niña Bonita, en chino) tiene una larga historia que narrar, pero si pudiera elegir solo una, probablemente nos contaría que pasó varios años ‘presa’ en Vietnam acusada de ser un barco espía. Fue en 1986, cuando el ejército vietnamita capturó a la So Fong en sus aguas territoriales.
El moderno equipo de navegación, comunicaciones y submarinismo a bordo del barco hizo sospechar a las autoridades del régimen comunista, que detuvieron al capitán y a toda la tripulación acusados de espionaje.
Los tripulantes pasaron nueve meses en las cárceles vietnamitas hasta que la intervención directa del entonces secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, logró su liberación. No corrió la misma suerte la ‘So Fong’, que quedó confiscada en puerto, en la ciudad de Hai Phong, sin grandes perspectivas de volver a navegar algún día.
No fue hasta los años 90 cuando su libertador se cruzó en su camino. Robert Vershoyle, un marino irlandés, buscaba en la zona un lugar para establecer un astillero junto con sus socios. Al descubrir la goleta comenzó una dura lucha con la burocracia vietnamita para conseguir comprarla. Cuando lo logró, se la llevó a Saigón y la restauró con mimo para curar las heridas que el cautiverio había dejado en la ‘So Fong’. Sin embargo, las autoridades no permitían que la goleta abandonara aguas vietnamitas. Finalmente Vershoyle optó por huir del país y así liberó finalmente al barco de su encierro.
Ahora la goleta surca aguas más tranquilas, las del Mediterráneo, donde hace unos días navegó junto a otras históricas embarcaciones en el Trofeo Illes Balears Clàssics del Club de Mar. Finalizó en tercera posición en clase época cangreja.
Su actual armadora ha recabado toda la historia del So Fong para destilar un perfume que lleva el nombre del barco y condensa los olores de sus diferentes aventuras por los mares de todo el mundo.
El proyecto, liderado por Víctor Alarcón, hijo de la propietaria del barco, a través de la marca Viti Vinci, ha requerido de un largo y «apasionante» proceso de investigación, y ha conseguido destilar el agitado periplo de la goleta de Olin Stephens en una fragancia única.