El milenario arte del damasco, los lujosos bordados originarios de la capital siria, está en peligro debido a la guerra que corroe al país árabe desde hace una década y que ha forzado a muchos de sus artesanos a emigrar y dificulta la obtención de su principal materia prima, la seda.
«En Damasco había 40 artesanos haciéndolo. Hoy lamentablemente quedamos dos y estamos pidiendo un esfuerzo para mantener vivo este oficio y enseñarlo a las próximas generaciones», cuenta Ahmed Shakaki desde su tienda-taller, donde, a sus sesenta años, entrelaza con maestría los hilos de oro y seda en su viejo telar.