Islandia, la isla que aumenta de superficie cada año

“Hacer América grande otra vez”. Este era uno de los lemas con los que Donald Trump basó sus campañas políticas para convertirse en presidente de Estados Unidos. Obviamente, esta frase, como tantas otras similares, son metafóricas. Sin embargo, hay algunos países que sí se están haciendo de verdad más grandes, es decir, creciendo en tamaño. Aunque parezca raro es algo que está ocurriendo, y uno de los mejores ejemplos es Islandia, cuyo territorio abarca la isla homónima y algunas pequeñas islas e islotes adyacentes, situado en el océano Atlántico al sur del círculo polar ártico.

Popular por sus impresionantes paisajes y asombrosos accidentes geográficos, una extensión de 103.000 km2 y algo más de 365.000 habitantes, Islandia se ha convertido en uno de los destinos codiciados por los turistas más aventureros, que viajan allí a descubrir sus géiseres, sus playas, sus rutas y, también, su vida cultural y nocturna (de hecho, Reikiavik, la capital del país, tiene una merecida fama de ciudad nocturna y festivalera).

Lago en Islandia
Pixabay

Pero lo que pocos saben es que el país está creciendo. Poco a poco, de forma casi imperceptible, cierto, pero creciendo, al fin y al cabo. ¿La causa? La actividad tectónica.

El volcán Hekla
Hekla es el volcán más grande y activo de la isla PxHere

Dos placas que se alejan

Pero empecemos por el principio. Más o menos, todos nos hacemos una idea sobre cómo está construido el planeta Tierra. En el centro de esta esfera gigante que vaga por el universo, se encuentra el núcleo. A su alrededor, el manto. Por último, en el exterior, encontramos la corteza terrestre. Pues bien, esta corteza no es una sola pieza, sino que está formada por muchas placas que se asientan sobre el magma. Y sobre este magma, estas piezas se mueven: a veces acercándose, otras veces alejándose. Donde convergen las placas, se encuentran las montañas, los volcanes y las características asociadas a la tierra firme, como ocurre, por ejemplo, en Japón, los Andes o el Himalaya. Los lugares donde las placas divergen se encuentran, por lo general, en el fondo del mar.

Pues bien, en Islandia, que es una de las masas de tierra más jóvenes del planeta, se encuentran las placas tectónicas de Eurasia y América. La particularidad de esta situación es que se trata de uno de los pocos lugares en los que la separación de las placas se produce en la superficie, en tierra firme. Cada una de estas placas se desplaza en un sentido diferente, de forma que la parte oriental de la isla se desplaza hacia el este y la parte occidental hacia el oeste, por lo que el magma que brota crea constantemente nuevas tierras a medida que las placas tectónicas se separan.

Un mapa con las dos placas tectónicas que se alejan en Islandoia
Las placas coinciden en el centro de la isla IGEO

De esta forma, según el Estudio Nacional de Tierras de Islandia, este proceso Islandia está haciendo que la principal isla se expanda a un ritmo de alrededor de 2 centímetros al año. De seguir este ritmo, en un siglo, Islandia habrá crecido 20 metros. O 20 kilómetros en un millón de años.

Más allá de este crecimiento lento y casi imperceptible, pero inexorable, lo cierto es que esta particularidad geológica ha determinado la personalidad de este frío país. Y también la causa de los fantásticos escenarios que atraen cada año a miles de visitantes ávidos de contemplar sus muchas maravillas naturales.