La princesa Mako en Nueva York

La vida le sonríe a Mako de Japón y es que fue valiente, apostó por un amor verdadero y desinteresado renunciando a los privilegios por pertenecer a la realeza del país nipón y por eso me alegro de que las cosas le vayan cada vez mejor.

Mako es la primera hija del príncipe Fumihito que es el hermano del emperador del país. Obviamente eso convierte a Mako en la sobrina del emperador Naruhito. Ella no habría podido ser nunca emperadora de Japón porque la arcaica ley excluye a las mujeres de su ascensión al trono aunque por línea de sucesión les tocase.

La joven Mako no ha mostrado nunca interés por el preciado trono del Crisantemo y, de hecho, tampoco por su elitista vida como miembro de la familia Imperial. De hecho, la exprincesa renunció a su cargo por amor a un plebeyo.

Su marido, Kei Komuro, la hace mucho más feliz que la paga vitalicia que le tocaba como princesa o que vivir en el Palacio Imperial rodeada de lujos, personal de servicio y alejada del mundanal ruido de la sociedad.

Mako renunció a todas esas comodidades de por vida para poder casarse con Kei e irse a vivir juntos a la gran manzana, la ciudad de Nueva York donde residen hace casi un año. Sus planes antes de mudarse eran claros, él ejercería como abogados allí y ella como museóloga.

Mako pudo ejercer su profesión en Estados Unidos solo llegar y, de hecho, trabaja actualmente en el archiconocido museo Metropolitan. Sin embargo a Kei se le estaba resistiendo una cuenta pendiente que no le dejaba ejercer y, por lo tanto, podía afectar a la economía de la pareja ya que su sueldo sería más bajo.

Kei Komuro (R) walks to the departure gate for his flight to New York with his wife and former princess Mako Komuro (L), the elder daughter of Japan's Prince Akishino and Princess Kiko, at Tokyo's Haneda international airport on November 14, 2021. (Photo by Philip FONG / AFP) (Photo by PHILIP FONG/AFP via Getty Images)
La salida del país de Mako y Kei causó gran revuelo en la sociedad japonesa (Photo by Philip FONG / AFP) (Photo by PHILIP FONG/AFP via Getty Images)

Kei se graduó en mayo del pasado año y empezó a trabajar en el bufete de abogados Lowenstein Sandler LLP pero eso no significaba que pudiera ejercer su profesión sino que faltaba un paso más allá.

La buena noticia es que a la tercera va la vencida y Komuro ha logrado aprobar el examen necesario para poder ser abogado en EE.UU. así que ahora Mako y él son una feliz pareja trabajadora lista para comerse el mundo en su amada Nueva York.

Me gusta que a la gente que se arriesga le vaya bien en la vida y, desde luego, en la balanza del destino Mako tenía mucho que perder renunciando a su riqueza, además, eso también afectará a su futura descendencia dado que, si Kei y Mako tienen hijos, estos serán considerados plebeyos y no parte de la familia Imperial puesto que aunque por sangre sí lo sean, jamás podrán acceder al trono del Crisantemo aunque sean varones.

Ahora que Kei ha logrado pasar el llamado ‘examen de barra’ no había mejor posible noticia a las puertas de su primer aniversario de bodas. Con dos buenos sueldos y una vida normal en la ciudad, ambos podrán disfrutar de las mieles del anonimato sin las cargas y enormes responsabilidades que implica llevar el peso de la institución imperial a tus espaldas.

Su vida en el país americano es de lo más rutinaria y normal, sin lujos ni ostentación. Viven en un apartamento en Manhattan y suelen salir a comprar y a dar largos paseos por las calles y parques como cualquier otra pareja. Tras diez años de relación y uno de casados, queda más que demostrado que Mako quería otro tipo de vida, la que al fin está viviendo lejos de Japón.