La Real Fábrica de Cristales

La Real Fábrica de Cristales, construida en 1727, no sólo es «un destino turístico y cultural sostenible y de primera magnitud», sino un laboratorio para impulsar el reciclaje de vidrio a través de un elemento de futuro, el hidrógeno «verde», sin perder de vista las técnicas artesanales del pasado.

Así lo ha explicado en una entrevista con Efe su director gerente, Javier Ramos Guallart, quien aspira a convertir esta entidad en «un centro abierto de referencia internacional en la nueva economía circular» teniendo en cuenta que el vidrio es un material «infinitamente reciclable» y además «el más fácil de reciclar», porque «se puede fundir y moldear para fabricar otros productos sin perder un ápice de su composición».

Ubicada en «un lugar privilegiado, el entorno del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso (Segovia)», desde su fundación -impulsada por Felipe V en el siglo XVIII y declarada en la actualidad conjunto histórico monumental- la Real Fábrica conserva a día de hoy un legado importante: la técnica del soplado de vidrio con la cual se confeccionan «productos valiosos por su especifidad» con las mismas herramientas, utensilios y composición que hace 300 años.

Para ello cuenta con un curso de formación de nueve meses en un proyecto que mantiene vivo este legado: «Si no formamos más a nuestros maestros vidrieros, la técnica se perdería en el plazo de diez años», avisa, y asegura que a día de hoy «conseguir un soplador de vidrio es muy difícil».

Esta iniciativa es uno de los ejes del plan estratégico de Ramos Guallart, que gracias a su experiencia previa como arquitecto pudo estudiar a fondo las necesidades de la institución durante los siete años en los que vivió dos meses al año en ella y que incluye, además de la formación, una residencia, un museo tecnológico y la promoción de actividades culturales que la convierten en «un centro abierto de interés social» en el cual desarrollar «una industria puntera en el mundo, de acuerdo con la idea de los reyes Felipe V y Carlos III».

«El único inconveniente del vidrio es el elevado consumo de energía necesario» para fundirlo en hornos por medio de gas natural, pero hay una solución sostenible a través del hidrógeno «verde», cuyas moléculas poseen un «altísimo poder energético y calorífico», además de no generar emisiones de CO2, según detalla.

De esta manera, su uso sistemático sería un ejemplo «perfectamente representativo de lo que debería ser en el futuro la economía de este planeta», para que «todo pueda ser reciclado con la menor huella de carbono posible», en contraste con «el infierno de calor, humo y fuego» de los hornos de la Fábrica tal y como se utilizaban hace tres siglos.

Por ello, confía en la convocatoria de financiación de la UE para proyectos que tengan como objetivo el uso del hidrógeno verde en la industria, con objeto de incorporar esta mecánica a la Real Fábrica y, al mismo tiempo «hacer de laboratorio» para otras empresas.

El empleo del hidrógeno verde permitirá además plantear a la Comisión Europea la puesta en marcha definitiva de una Certificación Europea del Vidrio para productos elaborados con vidrio reciclado, a través de energía verde y con condiciones de igualdad laboral entre hombres y mujeres, lo que sellaría una «marca de calidad» para la Real Fábrica y para otros centros europeos similares.