La Torre Azadi, símbolo de las paradojas de Irán

Emblema de Teherán, la Torre Azadi cumple 50 años convertida en paradójico símbolo de la historia reciente de Irán y escenario de muchos de los grandes acontecimientos que han sacudido al país persa en las últimas décadas.

“La torre es el símbolo nacional de Irán”, asegura el director del edificio, Abas Azimí, en su despacho.

Un símbolo, sin embargo, lleno de paradojas y contradicciones por el motivo de su construcción, los acontecimiento históricos que acogió, el destino de su arquitecto y su estado actual.

Inaugurada el 16 de octubre de 1971 con el nombre de Shahyad (memorial del rey), la torre debía celebrar el Imperio Persa y la monarquía, pero se convirtió en uno de los principales puntos de protesta durante la revolución que llevó al poder a los islamistas en 1979.

Rebautizada como Torre Azadi (libertad) en referencia a la revolución, el lugar ha sido también escenario de protestas contra el régimen de los ayatolás, como ocurrió en 2009 con el Movimiento Verde contra la reelección del expresidente Mahmud Ahmadineyad.

En días más tranquilos, la torre es lugar de encuentro de jóvenes, familias y parejas para charlar y pasear.

Así, un festivo por la tarde un grupo de jóvenes con aspecto de modernos se hacen “selfies” con la torre blanca de 45 metros como fondo, ajenos a aniversarios, paradojas y a la historia.

Un poco más allá, unas mujeres charlan a la sombra de un árbol, mientras una pareja pasea cogidos de la mano por la amplia plaza con jardines y fuentes que ocupa el edificio.

CELEBRACIÓN DEL IMPERIO PERSA

Situada en el oeste de la capital iraní, el último sha del país Mohamad Reza Pahlevi ordenó su construcción para conmemorar los 2.500 años del Imperio Persa, fundado por Ciro el Grande (529- 559 a.c.).

Además del glorioso pasado persa el edificio debía a su vez celebrar la modernidad y el futuro de Irán.

Para elegir arquitecto, el sha organizó en 1966 un concurso en el que resultó ganador el entonces joven de 24 años Hosein Amanat, recién licenciado en la Universidad de Teherán.

Amanat unió la arquitectura de la antigua Persia y la identidad islámica del país para imaginar una “y” invertida de hormigón recubierto por mármol blanco con adornos azules.

Pero el arquitecto de la Torre Libertad tuvo que abandonar el país por pertenecer a una de las minorías religiosas más perseguidas en el país, los bahaís, tras la llegada al poder del ayatolá Ruholá Jomeiní.

La fe bahaí propone la síntesis de las enseñanzas de todas las religiones, algo considerado una herejía por los musulmanes.

Desde su salida en 1980 para establecerse en Canadá, Amanat no ha vuelto a pisar Irán. Sin embargo, ha desarrollado una exitosa carrera como arquitecto en el extranjero, con el diseño de edificios como el Centro Mundial Bahaí en la ciudad israelí de Haifa.

MAL ESTADO

Hoy la torre es el centro de celebraciones nacionales: aquí se exhiben los misiles iraníes cada abril en el Día del Ejército y en febrero se conmemora el aniversario de la Revolución Islámica.

Sobre su mármol blanco se proyectan vídeos para celebrar festividades religiosas, el Día de la Hemofilia o el Día del Autismo. En la Hora del Planeta se oscurece con el apagado de sus luces.

Además, la torre acoge en su interior un museo de obras de diferentes periodos del pasado iraní.

Pero tras 50 años en pie el edificio cuenta con problemas que Azimí atribuye a la mala calidad de los materiales usados en su construcción.

“A los siete años de su construcción comenzaron a aparecer daños en la torre por la mala calidad de los materiales”, explica Azimí.

El funcionario afirmó que se está estudiando la restauración del edificio, algo que espera llevar a cabo pronto, aunque no dio una fecha.

Amanat, sin embargo, en declaraciones a medios ha lamentado la falta de mantenimiento del icónico edificio, uno de los símbolos del país.