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Los objetos cotidianos de Morandi

Fundación MAPFRE ha presentado dos nuevas exposiciones en Madrid, ‘Morandi. Resonancia infinita’ y ‘Judith Joy Ross’, que podrán visitarse desde el 24 de septiembre hasta el 9 de enero y que muestran el trabajo de dos artistas ‘obsesionados’ con lo cotidiano.

Giorgio Morandi (Bolonia, 1890-1964), es uno de los artistas «más significativos e inclasificables en la historia del arte del siglo XX». Apenas viajó fuera de Italia y permaneció casi toda su vida en su casa-taller de la Via Fondazza en Bolonia. Allí abordó un trabajo en el que los objetos cotidianos, las flores y el paisaje se convirtieron en protagonistas.

«En sus lienzos trata de captar la realidad de la manera más fiel posible a través de su personal poética, silenciosa y suspendida, que construye por medio de la luz, el color y los valores volumétricos. En este camino trabaja en obras en las que parece no haber nada más que lo que la pintura muestra: formas básicas y puras, lo que confiere una fuerte sensación de irrealidad a sus composiciones», ha señalado la fundación.

La exposición propone un recorrido por la producción morandiana a través de siete secciones en las que se abordan todos los temas queridos por el artista, fundamentalmente naturalezas muertas, paisajes y jarrones con flores.

Al inicio del discurso que desgrana la muestra destacan ‘Autorretrato’ (1925) y ‘Bañistas’ (1915), dos de los escasos ejemplos de la representación de la figura humana en su producción. A lo largo de los años Morandi ha sido reconocido internacionalmente como una de las figuras clave en el desarrollo del arte contemporáneo.

Por este motivo, en el itinerario de la exposición se ha incluido una selección de obras de artistas contemporáneos que, desde distintos medios (fotografía, pintura, escultura y cerámica principalmente), han sabido establecer un diálogo con el lenguaje del pintor italiano. Entre ellos destacan Tony Cragg, Tacita Dean, Joel Meyerowitz, Luigi Ontani, Rachel Whiteread, Edmund de Waal, Alfredo Alcaín, Dis Berlín o Gerardo Rueda, por citar solo a algunos.

Mientras, la muestra de Judith Joy Ross explora el archivo fotográfico que la artista ha desarrollado durante los últimos cuarenta años centrado exclusivamente en el retrato.

En 1966 Judith Joy Ross comenzó a fotografiar personas en su ciudad como modo de entender el mundo emocional de aquellos que la rodeaban. A partir de 1976, tras distintos viajes a Europa, Ross adquiere una cámara de 8×10 pulgadas con el fin de retratar a ‘gente corriente’ en lugares públicos.

«Influida por Lewis Hine, August Sander y Diane Arbus, se ha convertido en una de las artistas más influyentes en el género del retrato y ha demostrado que es capaz de capturar el presente, el pasado y el futuro de los individuos que se topan con su cámara», han señalado desde la Fundación Mapfre.

Ross trabaja en base a un cierto impulso personal hacia la gente que conoce, sensación que luego queda reflejada en sus obras, pues «en su mayor parte emanan una transparencia que tiene que ver con la relación que previamente se ha establecido entre artista y modelo».

Sus retratos suelen enmarcarse en el contexto de un tema previamente escogido: Eurana Park, los visitantes del Monumento a la Guerra de Vietnam, los miembros del congreso durante el escándalo Irán-Contra (Irangate), los niños de las escuelas de Hazleton y lugares concretos como Easton, en Pensilvania, donde nació, se crio y donde aún hoy vive.

El recorrido, compuesto por 200 fotografías y distinto material documental, se desarrolla a través de nueve secciones que, en sentido cronológico, muestran un amplio panorama de los principales proyectos de la artista. También incluye un número considerable de imágenes hasta ahora desconocidas y realizadas sin ningún proyecto concreto en mente. Todas las obras proceden de la propia Judith Joy Ross, que las ha prestado de forma altruista para esta ocasión.