Vuelta a la oficina, los niños al cole, y la agenda se llena otra vez de «quedamos un día de estos». Pero no todo está perdido: el calor sigue, las ganas también, y La Flaca —ese templo de la buena vida en Serrano 43— nunca cerró.
Mientras medio Madrid se evaporaba en agosto, La Flaca seguía a pleno ritmo, como esa amiga fiestera que nunca se va del after. Y ahora que todos vuelven con cara de “postvacaciones”, ella te espera con cañas bien frías, terraza lista, música en directo y ese planazo llamado: tardeo sin tregua.
El tardeo tiene nombre propio: La Flaca
En Madrid, la fiesta empieza antes, y en La Flaca, se ha convertido en una religión con himnos, copas y mucho cante. ¿La receta? Una sobremesa que se alarga, guitarras que suben el volumen, copas que se rellenan solas y canciones que te sabes aunque no quieras.
Es ese punto mágico entre el «venga, un último café» y «bueno, ya que estamos, una copa». Y ahí, justo ahí, hace magia.
Aquí no hay excusas.
Y si se prefiere aire libre, la terraza climatizada de dos alturas es perfecta para maridar el tardeo con una buena vista de la Milla de Oro… y una copa en la mano.
Cocina sin reloj, fiesta sin fin
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Bravas de Mila a medianoche
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Gazpacho a las 18:00
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«Medio pollo de mi suegra» como guilty pleasure a cualquier hora
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Vermú eterno los domingos (refill ilimitado por 5 € hasta las 17:00)
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Y un picoteo castizo que se lleva bien con todo: calor, música y brindis.
Porque cuando se queda con alguien el reloj se queda en la puerta.
De Velázquez a Serrano: la evolución del tardeo
Desde su nacimiento en 2015 en Velázquez, La Flaca fue pionera del tardeo madrileño. Pero ahora, en pleno Serrano, ha elevado el concepto: mejor ubicación, más espacio, más ambiente y el mismo alma canalla de siempre.