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Mar de letras… y de pasiones

Hay quien ya no recuerda en qué momento Mar Flores se consolidó como protagonista, más o menos central, de la cosa social. Sí se sabe, sin embargo, que el punto de partida de su trayectoria profesional como modelo se sitúa en el concurso Rostro de los 90 que promovió la revista Elle. No es su caso el de las famosas de nuevo cuño cuya popularidad radica únicamente en la venta de devaneos, ya sea en plató o vía reality, sin backup profesional alguno. Al menos ella sí desfiló durante algunas temporadas en pasarelas de primer orden y, con el paso de los años, se ha aventurado a probar suerte en varios proyectos empresariales con fortuna desigual.

Huelgan aquí las idas y venidas amorosas a causa de las cuales quedó situada, con cierta predisposición por su parte y a cuenta de las consabidas contraprestaciones económicas, en el ojo del huracán mediático. Como dijo Pascal «el corazón tiene razones que la razón desconoce». Y, a veces, la cartera también tiene sus motivos y motivaciones. Lo cierto es que a punto estuvo de perecer en un océano de tombolazos, exclusivas, gentes que a ella se acercaron con intereses de distinta naturaleza y confidencias de veracidad dispar. Pero la otrora conocida como flor de Usera, el barrio  madrileño del que es originaria y que pronto abandonó como muestra más evidente de su medrar, supo salir a tiempo de aquel frenesí.

Felizmente, han pasado ya algunos años de todo aquello. Asegura Mar en declaraciones pay per view a ¡Hola! que se encuentra en su plenitud como mujer. Dice que tiene «la cabeza madura y el corazón tranquilo y contento». O sea, que ha logrado atrapar el equilibrio que muchos persiguen -sin lograr alcanzarlo- durante toda la vida. Al parecer, mucho tiene que ver en ello una nueva reconciliación con el empresario mexicano Elías Sacal a quien le une una relación Guadiana o en varios actos desde 2016. Ojalá sea la definitiva y se sostenga ya por siempre en calma este mar de letras… y de pasiones.